«Cuántos recuerdos me vienen a la tripa al recordar a los que me han acompañado en el camino en Vigo, esta ciudad maravillosa, se puede dejar de cantar pero no se puede dejar de sentir lo que uno ha experimentado”. Esas fueron las palabras con las que Joan Manuel Serrat en se despidió de la ciudad olívica en su último concierto.
“He hecho música, no solo para expresarme sino sobre todo para comunicarme con los demás. Mi canción es un silbido solitario es una canción colectiva”.
El cantautor ha bautizado la gira como «El vicio de cantar» y despliega en su última tourné sobre los escenarios un espectáculo genuino. El auditorio al aire libre de Castrelos fue testigo el miércoles 13 de agosto de un show personal y comprometido con quienes lo han acompañado durante 65 años de trayectoria.
«El Nano» intercalaba sus piezas legendarias con parlamentos en los que desgranaba las historias que encubrían y las influencias de las que había bebido al componer sus acordes. Sus seguidores se conmovieron especialmente con «Canço de Bressol», inspirada en una nana que su madre le cantaba de pequeño. Ella se dedicaba, contó, «a lo que antes denominaban ´’sus labores’, es decir, que trabajó como una mula».
Su repertorio homenajeó también a los poetas que tamizaron su forma de ver la vida, los versos de cada uno tejieron la vertiente combativa del artista, esa que es capaz de capaz de alumbrar composiciones que cambian la deriva de la historia. Cantó a Miguel Hernández y Lorca, a Cernuda y Benedetti.
Serrat sube a Eva Amaral al escenario de Castrelos
Las canciones, cuenta, “están hechas de recuerdos, y los recuerdos de emociones, por eso tengo una sorpresa para Vigo». Eva Amaral subió al escenario como un misterio enfundado en un vestido de lentejuelas, tan sublime como el primero y tan apabullante como lo segundo. El dúo interpretó una versión sublime de «Es caprichoso el azar».
Amaral abandonó el escenario en cuanto acabó de cantar, fue la estrella fugaz del último concierto de Joan Manuel Serrat en Vigo y tras su paso el ambiente se empapó de nostalgia y viveza porque dio paso a los temas memorables del artista: desde Mediterráneo a Lucía terminando con Penélope en el segundo bis.
Su marcha contrarió a unos seguidores que se debatían entre la emoción y la tristeza, entre la entrega y el duelo. Serrat nunca será un «Ave de paso» su obra anida en ellos y el poso de sus canciones hace tiempo que se convirtió en el latido más incómodo de la música popular española.