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Carla Álvarez

Carla Álvarez

 Texto: Berta Mancini | Fotos: Yanka Soto 

Los matices de una mujer que reunió a su familia en un proyecto gastronómico diferente

El nombre, Matices, le viene al pelo porque este restaurante de la calle Montero Ríos, 18, en pleno paseo peatonal, es un compendio de las vivencias de su propietaria y chef, Carla Álvarez, mujer que se ha movido por el mundo de la gastronomía a nivel mundial, trabajando en catering o formando a nuevos profesionales en los 5 continentes. De ahí que su Matices, lleve mucho de esas experiencias vividas. Para Carla, Matices reúne la oferta gastronómica de Galicia y España pero, resalta, “con matices”.

Junto a sus hijos, Iván y Álex, también ligados a la gastronomía profesionalmente, han creado un espacio donde la comida y el placer de degustarla es una experiencia única. Trabajar en familia no es complicado entre ellos. “Nos conocemos bien y, a veces, ni siquiera es necesario decir algo. Con una mirada ya nos entendemos”. Álex se encarga de la cocina, mientras que Iván se ocupa de la sala y como sumiller, cuenta con una excepcional bodega de vinos conocidos, y otros menos, que él selecciona con inteligencia, cariño y experiencia. Desde grandes bodegas a pequeñas producciones.
“Matices es para mí un reencuentro, después de años separada de mis hijos por mi trabajo. Lo considero una recompensa de ellos hacia mí; participar y llevar adelante los tres, este proyecto”.
Esta moañesa con formación superior en hostelería, se fue a Madrid donde desde una multinacional de hostelería ha formado una especialidad a medio mundo; literal. A Asia, América, EE.UU

Así, en 2022, abre Matices en su Moaña natal. Un establecimiento donde reflejó la cocina de autor con distintas combinaciones. A los pocos meses ya hacían ruido: “por fin conseguimos que fuera un reclamo para nuestros clientes en un lugar relativamente pequeño”. El salto a Vigo era cantado. Su éxito, también, aunque “los matices, en la cocina, los pongo yo”, subraya. Producto fresco y de calidad, de cercanía y temporada según la estación del año, son sus armas.

Carla no cree en los premios; “para mí hay otro tipo de recompensas, como saludar en persona al comensal -cosa que hace siempre- preguntarle por el plato, el vino, la comodidad y obtener una respuesta positiva vale más que cualquier premio”, concluye.

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