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Fernando Franco cara a cara

Fernando Franco cara a cara

El escritor italiano Primo Levi publicó el libro “Entrevista a sí mismo” explicando el horror de los campos de concentración. La periodista Oriana Falacci hizo lo mismo en “El Apocalipsis”, contra el terrorismo islámico. No pretendo imitar tal altura, pero, ya que me lo proponen, puedo hacerlo con las autoentrevistas que se hicieron Wyoming o Buenafuente, más llevaderas.
Así que pongo enfrente a los dos yo que me habitan.

Por fin poder entrevistar a una persona de confianza, FF
¿De confianza? No me fío de ti, mi otro yo. Me conoces demasiado y no es la primera vez que me criticas….

¿Y cómo te atreves, FF, a entrevistarte a tí mismo?
Me pagan por ello aún a sabiendas que no tengo nada importante que decir. Allá ellos. Pero ya te aviso: todo eso que piensas que hice es mentira. No preguntes en vano.

¿Qué ves cada día ante el espejo cuando te levantas?
Bueno, podía decir como Wyoming que te das cuenta de que los milagros existen cuando te miras al espejo. Peo sería una pose pedante y una mentira flagrante.

Pues siéntate ante ese espejo, a ver qué le cuentas a tu otro yo
No puedo negar al verme que el tiempo ha hecho estragos respecto a ese de la foto que me hicieron el primer día que entré en un periódico. Aunque menos de lo que debiera tal como fue mi vida.

¿Una vida de maltrato a sí mismo?
Desgasta mucho el cuerpo una vida de mucho trabajo tensional, más amores tanto serios como veniales de los que soporta un equilibrio sentimental y un consumo de placeres como el vino y la buena mesa, por no decir más nada prudentes. Y, lo que más, que mi vida es ya larga.

La vida, compadre, que es infatigable ¿Aprendiste mucho?
Claro, me pasé el tiempo viviendo con intensidad y diversidad y siendo intermediario por mi trabajo de las vidas de los demás: de pensadores, de gilipollas, de políticos, economistas, científicos, escritores… así llevo 45 años.

¿Y que aprendiste?
A ser humilde, a ser consciente de que mi saber es infinitesimal y de que yo soy una mota insignificante del polvo de estrellas del Universo. A escuchar más que hablar, a no pontificar.

¿Algún trauma de la infancia?
Soy pobre en traumas por culpa de una infancia feliz, con familia estructurada y padres de orden, currantes y amorosos que me enviaron a buenos colegios. Algo peligroso porque no te entrena para sobrevivir de mayor en ese medio hostil que es el mundo.

Un niño de Acción Católica, si no te recuerdo mal…
En mi infancia eras de Acción Católica, de la OJE o un don nadie. Pasé mi infancia por la Acción Católica, mi juventud en los Jesuitas y mi universidad por el Opus Dei aunque solo como estudiante. Canté muchas veces eso de “Juventudes católicas de España, galardón del ibérico solar”.

Podía haber sido un cóctel traumático.
Podía, pero no fue y todo lo recuerdo con gozo. Quizás a veces tengo que reprimir un pronto conservador y hasta reaccionario.

¿Algún deporte de adolescencia?
De competición solo el remo olímpico en el Náutico de Vigo. Me retiré con un subcampeonato de España juvenil tras años de disciplinado entrenamiento y alimentación.

¿Y qué quisiste ser de mayor que no pudiste?
Misionero y salvador de almas, pero me pasó pronto. No tengo tal categoría moral. Nunca pensé en otra cosa que ser periodista.

¿Y militar? Me contó tu madre que una vez te tuvo que buscar la policía porque te perdiste de niño tras un desfile militar…
Ya sé por donde vas. Nunca pensé en ser militar, pero tampoco fui de esos admirables y necesarios pacifistas que piensan que todo el monte es orégano. Fui a la mili cuando me tocó y ahí no perdí el tiempo.

¿Y eso?
Fui voluntario a un cuerpo marcial en el que no se andaba con chiquitas. Aprendí a sobrevivir en medios hostiles, a sentir la naturaleza, a relativizar el dolor y a endurecer nuestra débil mente de urbanitas desarrollados.
A romper con la vida muelle, a afrontar el miedo y el riesgo. Y a manejar diversas armas, claro. Ahora me relajé otra vez, lloro ante un abrazo en la tele.

Eso es prepararse para la guerra ¿y fue igual para el amor?
Digamos que estoy muy entrenado ahora para ser un marido ideal, pero fue a base de ser tan desastre que tuve que aprender a lo largo de varias parejas estables además de aceptar con humildad todos los amores ocasionales que Dios me iba mandando en el camino.

‘Podía decir como Wyoming que te das cuenta de que los milagros existen cuando te miras al espejo’

¿Eso es humor gallego?

Hombre, hay que tomar la vida con humor porque no hay acontecimientos diferentes sino lecturas diferentes. Y mi humor es gallego, no de otro lado. Mi familia salmantina cada vez que cuento un chiste nunca se da cuenta de que he acabado.

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¿Has cumplido todas tus fantasías sexuales?
No pierdo el tiempo con imaginerías costosas. Me contento con lo vivido, que es más de lo merecido y esperado. Esas fantasías quedan para los escritores que, por escribir, no viven.

¿Qué preguntas te harías que yo no te haya hecho?
Ni de coña te voy a facilitar preguntas cuya respuesta no me conviene, ni a mí ni a posibles afectados.

Bueno, hablemos entonces de periodismo
Ya era hora. Para mí el periodismo no es solo una profesión, es una forma de ser.

¿Cuál es la celebridad que más te ha impactado de las que conociste?
No sé, no soy nada mitómano. Tuve suerte en el periodismo, entrevisté a incontables personajes y conviví horas con muchos de ellos. Desde presidentes de gobierno a opositores malditos, desde psicólogos o psiquiatras a videntes, desde médicos a enfermos, desde policías a criminales, desde literatos a aventureros… Toda la parafernalia de la vida que pasa por la tuya durante casi medio siglo.

¿Tocaste palos diferentes?
Hombre, bien o mal trabajé todos los géneros: el reportaje, la entrevista, la crónica, las memorias, el columnismo en que aún sigo… hasta el columnismo funerario, que es de los más difíciles y me toca cada vez más.

Demasiados años en el periodismo…
Cuenta desde los 70 a diario incluso tras jubilarme y mira a ver si hay algún historial de resistencia que pueda compararse en la prensa gallega de hoy y ayer.

¿En que época vital estás?
En periodismo, en la de prácticas porque empecé con la máquina de escribir, entre teletipos y el plomo de las linotipias, así que solo llevo cuatro décadas y media de aprendizaje y cada vez sé menos y me asombro más.
En cuanto a mi cuerpo, de vitalidad y estabilidad; me siento en un momento privilegiado.

¿Y qué te extraña?
Que, como dice mi admirado Caneiro, la vida parece estar escrita en las pantallas y no en la piel de la gente, los ojos de la gente, el corazón de la gente. Váianse ao carallo tanto Facebook, Twitter, Instagram…

¿Y Vigo qué papel juega en todo esto?
Vigo es mi espacio nutricio, mi ADN espacial, mi geografía afectiva dispersa por sus esquinas, una memoria de Vigo por la que ya han pasado 15 alcaldes. Me van a contar a mí… Ahora mi vida cabalga entre Vigo y Salamanca por culpa también de amores. Ciudad industrial y creativa, ciudad universitaria y cultural.

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