Daisy es, junto a su marido Cristóbal, responsable de que Isola Bella siga siendo un referente de la restauración en Vigo. Con 22 años de historia, este restaurante se ha convertido en una indispensable parada tanto para los foodies locales como para aquellos que visitan la ciudad. Su relación con la cocina comenzó muy pequeña en Honduras, donde, en los años 70, su madre y ella cocinaban para las cenas que reunían a la comunidad china local.
Tras conocerse en Miami, donde ambos trabajaban, esta pareja decidió traer a Galicia los sabores que la variada mezcla de culturas presente en E.E.U.U. les había proporcionado, influenciados también por las recetas de su infancia. De esta unión surgió la idea de canalizar su visión culinaria mediante un restaurante en el que se vea reflejada su pasión: la unión de culturas a través de la comida.
La elaboración de la carta fue un largo proyecto en el que se aseguraron de contar con las opiniones de sus clientes, intentando así seleccionar los mejores platos que siguen elaborando tras más de dos décadas. En ella destacan sus pizzas artesanales —cocinadas en horno de piedra— y su carpaccio de ternera. La inspiración asiática se hace presente a través de sus platos japoneses, como el sushi, la tempura o el entrecot teriyaki. Otro de sus platos estrella son los langostinos al jerez, una receta de origen cantonés con un toque español. “A nuestros clientes les encanta. Aceptan esa fusión de sabores.”, explica Daisy.
Cinco personas atienden el negocio, que tiene capacidad para unos 80 comensales. Daisy y Cristóbal intentan constantemente reinventar Isola Bella. “Incluso no descarto tener otro tipo de establecimiento, algo más sencillo personal y con una cocina moderna”, revela entre risas Daisy, quien reconoce no poder parar quieta. “Siempre estoy haciendo algo, pensando algo nuevo para mejorar nuestras propuestas culinarias. Me inspira mi familia a seguir adelante, tratando de mejorar día a día.”