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Las voces del baloncesto femenino luchan contra la desigualdad en su partido decisivo

Las voces del baloncesto femenino luchan contra la desigualdad en su partido decisivo

Sin sueldo mínimo, sin un convenio digno y un futuro incierto. Esta es la verdad de la mayoría de las jugadoras a nivel nacional.

¡“UN, DOS, TRES, CELTA”! Brindan las 11 jugadoras del Celta Zorka antes de que suene el vaso de chupito vacío contra la barra. Celebran una victoria: “Luego descargamos la serotonina en la pista de baile. Juntas, como la familia en la que nos convertimos”, cuenta Sara Vidal.

La edad de la plantilla oscila entre los 17 y los 28 años. El equipo incorporó a cuatro nuevas promesas: Maggie Mulligan, pívot fuerte y determinante a la hora de sumar puntos; Jessica Fequiere, alero con experiencia en La Liga capaz de calar a los rivales y anotar; Sara Castro, escolta joven y polivalente y Laia Lamana, base y benjamina del grupo que brilla por su talento y potencial.

El camino es arduo y después de 6 derrotas seguidas, Ángela Coello, la capitana, confiesa lo complicado que fue asimilar el fracaso en una sociedad que solo prepara para el éxito: “Aprendes sola a resetear y empezar de cero todos los días, no puedes bloquearte porque somos un equipo y de la actitud de cada una depende la de todas”.

Cristina Cantero, su entrenadora, describe esa sensación con términos físicos: “Un entreno de mierda te crea una bola en el estómago que cuesta digerir”.

Compañerismo, dolor y gloria en la pista

Cantero entra en la cancha erguida con paso firme, el ceño fruncido y los brazos en cruz: “Voy cabreada, tienen que verte dura y entender que algo va mal y para que aprendan a encontrar soluciones”. Lo consigue.

Divide sus pupilas en 11 jugadoras, un balón y una miríada de matices: “Tienes que estar con ojo avizor, ser muy observadora para atajar los posibles problemas tanto en la cancha como en el vestuario. Si el segundo se rompe, se traslada a la pista”.

Ellas atestiguan que su complicidad gana partidos: “Sabemos revertir resultados y sacar rédito a los momentos bajos precisamente por lo unidas que estamos. Entre nosotras no existen los egos, no hay rivalidad sino compañerismo. Compartimos todo tipo de emociones y eso crea un vínculo muy fuerte”.

Vivir con dolor

“¡El cuerpo nos duele todos los días!”, exclama Mariona Martín: “Pero aprendimos a convivir con él”. Le aterran las lesiones, su rodilla todavía se está recuperando y la mente le acosaba en su peor momento: no alcanzar el mismo nivel o no conseguir la confianza de un club podría acabar con su carrera.

Sara Castro lo atestigua: “Dediqué toda mi vida a un sueño que se puede romper en cuestión de segundos”.

El deporte de contacto entraña riesgos para cualquier deportista, pero las mujeres pueden perderlo todo.

El deporte femenino y la batalla contra la incertidumbre

Ninguna categoría femenina es profesional. Las contratan por temporadas y cuando esta termina no cobran hasta la siguiente. Nada les garantiza que las vuelvan a fichar. Tampoco tienen salario mínimo.

“El sueldo que ganamos no nos da para vivir sino para sobrevivir”, sentencia Ángela Coello.

Celia García se exaspera y recuerda que en España solo tres competiciones se consideran profesionales y las tres son masculinas.

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“Ellos tienen unas cláusulas privilegiadas y un salario mínimo interprofesional”, lamenta el agravio comparativo: “Un embarazo nos deja desprotegidas. No tenemos convenios colectivos dignos”.

A Cristina Cantero se le ensombrece el rostro al abordar la cuestión: “En una oficina una trabajadora está de baja y otra puede cubrirla. Cuando ficho a una jugadora no lo hago individualmente, a lo mejor tengo que reemplazar a otras dos porque es un deporte en equipo y lo que prima es que compaginen bien”.

Competir a primer nivel siendo mujer, guerreras en dos frentes

Las once jugadoras, conscientes de que lo más probable es que su carrera tenga fecha de caducidad, compaginan la competición con los estudios: “Entrenamos cuatro mañanas y cuatro tardes a la semana. Yo tuve la suerte de poder acabar la carrera, aunque en más años de lo normal”, confirma Celia García.

A Sara Vidal la frustra llegar a clase y “no enterarse de nada” porque no ha podido asistir los días anteriores: “Después de cada entrenamiento, extenuada, tienes que estudiar lo que ya han hecho tus compañeros durante esas horas. No nos ofrecen alternativas para las prácticas obligatorias o los exámenes.

Mariona Martín advierte que, al final, “nuestra formación académica es nuestro futuro. Por eso queremos pedir a la Universidad flexibilidad y comprensión”.

Vigo, potencial referente del deporte femenino

A Cristina Cantero le abruma la calidad del deporte femenino de la provincia y considera que se debe a la tradición: “Si aquí las mujeres son fuertes en el deporte es porque desde pequeñas están acostumbradas a competir y lo hacen en masa, por eso tenemos referentes que dignifican al deporte femenino”.

Considera que es el único camino para crecer, conseguir repercusión, interés, afluencia en la grada, e influencia. Un primer paso para la ansiada profesionalidad: “Cuántas más seamos más se nos verá”.

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